Un 20 de diciembre de 2015, el candidato del PP, Mariano
Rajoy, supo que su partido era la fuerza más votada en aquellas elecciones.
Daban igual los casos de corrupción destapados hasta entonces, daba igual que
hubiesen obtenido 123 diputados (la cifra más baja en la historia del partido)
y daba igual que desde muchos medios se hubiese vendido la idea de cambio. Todo
daba igual porque parecía que las dos fuerzas emergentes (Podemos y Ciudadanos)
no habían conseguido su objetivo, que era aspirar a gobernar.
Ciudadanos fue inflado en muchas encuestas, incluso visto
por algunos medios como segunda fuerza de gobierno. Parecía que esos números
sumarían como para dar una mayoría absoluta entre C´s y PP. Algunas encuestas llegaron a dar al partido de Rivera 82 escaños (acabaron con 40 por entonces).
Por otro lado, Podemos, en la última recta de campaña del
20D, era visto como una fuerza que parecía desinflada pero que remontaba.
“Podemos nació para gobernar” en palabras de Iglesias, y todo indicaba que no
ganaría las elecciones, e incluso, que rompería con las expectativas generadas
antes de la campaña. Kiko Llaneras, el prestigioso analista de datos y
encuestas que ahora está en El País, decía que Podemos podría llegar hasta los
63 diputados (incluyendo confluencias). El resultado fue diferente porque el
partido morado obtuvo 69 diputados. Nadie acertó para bien o para mal. Cierto
es que en esas elecciones concurrían nuevos actores y no había recuerdo de voto
respecto a los nuevos partidos. Izquierda Unida obtuvo únicamente dos
diputados, ambos por Madrid.
Nadie acertó tampoco con el papel que protagonizaría el
PSOE, porque obtuvo el peor resultado de su historia con 91 diputados, y porque
nadie imaginaba que como segunda fuerza aspirase a gobernar el país. El PSOE intentó
un pacto a tres con las denominadas “fuerzas del cambio” para desalojar a Rajoy
de La Moncloa. Intentó que Ciudadanos y Podemos se entendiesen, pero en los
términos económicos estaban en desacuerdo. El PP no quiso unirse al pacto
porque veía que su condición de primera fuerza se vería relegada por un
Presidente socialista, y Podemos no quería oír hablar de Ciudadanos porque
creían traicionar su modelo político contrario al de los Ciudadanos de Albert
Rivera. Sánchez fue apoyado por Ciudadanos en una investidura que resultó
fallida y fuimos a segundas elecciones.
En la campaña del 26J, Podemos se situó como un sujeto
político más completo cerrando el círculo de las confluencias dando lugar a
Unidos Podemos. Ciudadanos temía perder representación en pos de un Partido
Popular que probablemente recuperaría votantes fieles que le pusieron los
cuernos las pasadas elecciones con el partido naranja. Y el PSOE tenía un temor
terrible sobre la posibilidad de que Unidos Podemos le superase en votos y en
escaños, algo que ciertamente todas las encuestas pronosticaban.
Tras estas segundas elecciones, las posiciones estaban muy
claras puesto que la correlación de fuerzas era similar a la que había el 21 de
diciembre, pero con la salvedad de que las fuerzas políticas de izquierda
habían perdido apoyos. El PP subió en escaños, llegando hasta 137, Ciudadanos
se desinflo rozando la treintena, y el PSOE pudo frenar el tan famoso Sorpasso: obtuvo 84 representantes por
los 71 de Unidos Podemos, quien había perdido un millón de votos durante el camino de
la construcción de la coalición con Izquierda Unida. Todos los analistas –o
casi todos – caían en un catastrófico análisis de la realidad en la que veían
muy de cerca las terceras elecciones.
Rajoy firmó esta vez un pacto con Ciudadanos –el partido de
centro que pacta tanto con PSOE como con PP – y se presentó, esta vez sí, a la
investidura que se convertía en una futura investiblanda.
Rajoy fracasó, y tuvo en contra los votos de PSOE, Unidos Podemos, fuerzas
nacionalistas... llegaron a los 170 síes y 180 noes. El calendario comenzaba a
tacharse y si el 31 de noviembre no había Gobierno, habría terceras elecciones.
Las posiciones parecían invariables. Sánchez proponía un
gobierno alternativo pero sin ronda de consultas, Podemos seguía tendiendo la mano
pero sin que Ciudadanos formase parte del saludo, y Ciudadanos le decía al PSOE
que se arrimase al PP y a ellos y que se dejase de experimentos. Sánchez no
quería darle el apoyo a Rajoy aunque alguna vez dudase de si la abstención era la
mejor salida. El Secretario General del PSOE se negaba a prestar apoyos al
proyecto denominado por algunos como constitucionalista, y a la vez no proponía
nada nuevo. O eso parecía.
En los últimos días de octubre planeaba sobre los medios la
idea de que Sánchez tenía un plan B preparado, que no era más que la
continuación de su plan A: ser Presidente. Pero esta vez, contando con los
independentistas, siempre y cuando ellos renegaran de la celebración de un
Referéndum. Sería un gobierno débil, de corto alcance y de muchísima
dificultad, pero estaba en mente de la mayoría de fuerzas contrarias a Rajoy
(excepto Ciudadanos). Sánchez nunca ha dicho tajantemente que tuviera un
gobierno atado y bien atado pero sí
que ha dejado entrever que la posibilidad iba en serio. Tan en serio como que
dentro de sus propias filas se pusieron nerviosos ante la posibilidad de
gobernar gracias a los independentistas. Esto iba en contra de las resoluciones
últimas del Comité Federal.
Y es que, ironías del destino, fue en un Comité Federal,
comandado por Susana Díaz, en donde el fin de Pedro Sánchez como Secretario
General del PSOE se hizo realidad. La misma persona que le dio el aval político
necesario – y los números de la Federación Andaluza –, la misma que le dio la
confianza oportuna, la misma que en algunas ocasiones le había aupado en
público, la misma que le veía como “el hombre del cambio”, fue la que lideró la Revuelta Federal del 1 de Octubre como
crónica de una investiblanda anunciada. Los motivos del declive de Sánchez
dan para otra entrada como mínimo, pero lo que es evidente es que desde una
parte de las élites del PSOE, frenaron a Sánchez cuando vieron que se le había
ido de las manos eso de estar callados sin actuar, descalabro electoral tras
descalabro.
En resumidas cuentas, Sánchez dimitió un 1 de Octubre de
2016. Es entonces, cuando Rajoy, tras recordar las dos agridulces victorias
pasadas, se olvidó de lo agrio y comenzó a degustar el caramelo de un futuro en
La Moncloa. Visualizaba una abstención sin condiciones, y por tanto el gobierno
con menos noes de la historia en una investidura, visualizaba por lo menos, dos
años más en el Gobierno, visualizaba ese fetiche que son las tijeras como orden
de su amiga Merkel, visualizaba nuevos paseos y caminatas teniendo la mente
despejada sin tener que pensar en su renuncia, visualizaba que su hacer
político, el marianismo, había tenido frutos porque el PSOE le dejaría
gobernar, porque Ciudadanos le apoyaría afirmativamente, y porque la izquierda
radical chavietarrabertzale, a pesar
de reunir muchos votos, estaba muy fragmentada como para ser una oposición
creíble a corto plazo.
Visualizaba eso sí, como cada viernes, un Consejo de
Ministros en donde él manejase los tiempos de la legislatura con ayuda de unas
políticas más negociadoras que las realizadas hasta la fecha. Marianín
visualizaba sentado en su casa, mientras fumaba un puro, cómo tendría que guardar
el rodillo en su estante y cómo tendría que sacar el molde para que el pastel
saliese bien. Visualizaba por tanto, la idea de un Consejo de Ministros a la
altura de todas sus visualizaciones, pero ¿quiénes serían los ministros?
*NOTA: todo lo contado hasta aquí no tiene que ver
exactamente con el contenido de la entrada, es decir, con los posibles Ministros.
No obstante, me veo en la obligación de hacer aunque sea un resumen exprés de
una de las etapas más importantes de España en las últimas décadas.
Lo dicho, Rajoy visualizaba un posible Consejo de Ministros
que va a variar respecto a 2011. En ese año, Mariano llega al gobierno con una
clara postura de sanear la economía, y por tanto, una visión más técnica de la
política (siendo muy generosos con lo hecho por Rajoy durante los primeros años
de legislatura). Ahora llega más desahogado porque la economía, en términos macroeconómicos,
crece. Si antes llegaba con la lengua fuera, ahora al menos, llega como mucho sudando
de lo lindo, porque no olvidemos que España tiene que recortar tarde o temprano
5.500 millones de euros de algún lado. Bonita tarea que le espera al futuro ministro
de Economía.
Elaboración propia
En el actual consejo de Ministros, compuesto por 10
Ministros sin contar con el Presidente, hay algunos que asumen varias
funciones. Es el caso de Rafael Catalá
(Justicia y Fomento), de Fátima Báñez
(Empleo y Sanidad) y de Luis De Guindos
(Economía e Industria). ¿Repetirán estos tres ministros? Vayamos por partes.
Rafael Catalá ha
cogido el testigo del progre del PP
(en palabras de Esperanza Aguirre), Alberto Ruiz Gallardón. No se ha desenvuelto
mal y debido a su experiencia laboral no desentona en Fomento. Fátima Báñez es una Ministra que no
crea polémica y que se ha beneficiado de los datos crecientes de empleo en la
segunda mitad de la legislatura. Parece que también se va a quedar pero ¿en
Empleo o en Sanidad? Si se queda en Empleo,
tendrá que lidiar con la posible reforma de su propia reforma laboral, y sería
un poco contradictorio. No obstante no descarten que siga en el puesto porque
en Sanidad hay otro candidato interesante. Finalmente, el pluriministro De Guindos, el que se lleva estupendamente con los
peces gordos de Europa, es el principal candidato a seguir ocupando la cartera
de economía, pero ¿siendo Ministro o Vicepresidente económico? Él afirmó hace
meses que no quería seguir siendo ministro, en un claro guiño a ser ascendido
por el jefe Mariano o por volver a la empresa privada.
Por otro lado están los ministros que, o están rentabilizados políticamente, o su desgaste durante la última legislatura
les hace ser candidatos a la expulsión de La Moncloa. Los rentabilizados son el Ministro de Defensa, Pedro Morenés; el de Educación, Méndez de Vigo; y quizá Isabel
García Tejerina, que tras sustituir a Cañete igual se da por amortizada.
Por otro lado los achicharrados
serían Fernández Díaz (Interior) por
el escándalo de las escuchas, Margallo (Exteriores)
y Montoro (Hacienda).
Pedro Morenés se
irá casi seguro, Méndez de Vigo
igual cambia de cartera y Tejerina
igual es sustituida por el actual Vicepresidente del Senado, Pedro Sanz. Por otro lado, Fernández Díaz no creo que aguantase el
constante recuerdo del episodio de las escuchas y puede ser sustituido por
nombres que veremos más adelante. Margallo
cumple con un perfil de experiencia que seguramente guste a Mariano Rajoy,
aunque quizá sea sustituido por alguien más joven... y nos queda el majete de Montoro. El aguafiestas de los evasores
fiscales, bueno, de algunos. Dicen las malas lenguas que se lleva fatal con De
Guindos, y que si uno de los dos continua, el otro se va. Veremos.
A parte del cambio de nombres que baraja el Presidente,
también hay una idea que quizá se materialice, sobre cambios en la estructura
de algunos ministerios.
El Ministerio de Educación Cultura y Deporte, podría
desdoblarse en Cultura por un lado y Deporte por otro. El Ministerio de Energía
e Industria podría desdoblarse en dos: Industria por un lado, y Energía y
Cambio Climático por otro, éste último creación de nuevo cuño. Otra idea es
crear un Ministerio de Turismo autónomo, aunque igual son demasiados cambios.
Al margen de los Ministerios, para poder equilibrar a dos pesos pesados como
Soraya Sáenz de Santamaría y De Guindos, quizá se vaya a crear una Vicepresidencia económica a nombre de Luis de Guindos, aunque según algunos
medios Rajoy de entrada no lo ve necesario.
La última idea, y ésta con más
posibilidades de materializarse, es crear un Ministerio de Administraciones Públicas desligado del de Hacienda
con la finalidad de poder negociar mejor la financiación autonómica.
En todo este análisis no hay que olvidar los ministerios vacantes: Sanidad, Fomento e Industria. Sanidad porque tras la dimisión de Ana
Mato, el puesto fue a parar a Alfonso Alonso, que a su vez se presentó como
cabeza de lista en las elecciones a Lehendakari, y que a su vez cayó en manos de Fátima Báñez, que ya
se encargaba de Empleo. Fomento
queda libre porque sus funciones son asumidas
por Catalá tras el nombramiento de Ana Pastor como Presidenta del Congreso.
Y finalmente Industria ha quedado
libre por la dimisión del Ministro Soria (ministerio que ha quedado en manos de Luis de Guindos). Cuando hablo de
Ministerios vacantes, no hablo de que estén libres como tal, sino que pueden
ser ocupados por alguno de los que los ostentan ahora, o por otros, pero no
creo que haya figuras de pluriministros en el nuevo Consejo de Ministros.
A parte de los nombres que se manejan dentro del actual
Consejo de Ministros, hay otros que suenan fuerte para llegar a optar a
diferentes carteras. Y aquí empieza el juego de verdad.
Elaboración propia
Por un lado tenemos a Dolores
de Cospedal. Vista por la oposición como algo ajeno a la regeneración, pero
que cuenta con la total confianza de Rajoy. Todos los medios dicen que ocupará
alguna cartera, y de no hacerlo sería una auténtica sorpresa. El problema es
que hay dos corrientes, una que es afín
a Cospedal y otra que lo es hacia Sáenz
de Santamaría. Rajoy tiene que buscar ese equilibrio. Por otro lado, están
los Javier Maroto, Jorge Moragas, Pablo
Casado, los hermanos Nadal o José María Lassalle.
Fuera de este grupo
de más o menos conocidos, estarían la Secretaria de Estado de Justicia, Carmen Sánchez-Cortés, el Secretario de
Estado de Seguridad Francisco Martínez
o el Director de la Guardia Civil, Arsenio
Fernández de Mesa.
En el último grupo de los posibles candidatos a Ministro
están Rafael Hernando y Andrea Levy,
ambos con escasas posibilidades.
Cospedal opta a
la cartera de Interior porque es una
de las más importantes y porque sería una manera de premiar (por parte de
Rajoy) la fidelidad al Partido. Quizá otro de los destinos pudiera ser Fomento
o incluso Administraciones Públicas (de nuevo cuño).
Javier Maroto
podría ser Ministro de Sanidad, lo
que dejaría a Fátima Báñez en Empleo o fuera del Consejo.
Moragas sería sin
duda Ministro de Asuntos Exteriores
si es que Rajoy busca regenerar esa cartera.
Los hermanos Nadal
tienen escasas posibilidades de ser ambos Ministros. El que lo tiene mejor es Alberto Nadal, Secretario de Estado de
Energía y bien situado dentro del Partido, que podría ocupar la cartera de Energía y Cambio Climático. Sin
embargo, su hermano Álvaro aspiraría a una cartera como la de Economía que
parece no ser dejada en manos de alguien que viene de nuevas, aunque él tenga
aptitudes de sobra. Si la economía empieza a recuperarse, Rajoy no apostará,
creo yo, por algo nuevo. Álvaro Nadal
podría acabar como Ministro de Empleo.
Pablo Casado
podría optar a la portavocía de la
Presidencia, labor que tiene actualmente la Vicepresidenta Soraya. Rajoy
apuesta siempre por la experiencia y aunque Pablo Casado se haya fogueado en
muchos platós y medios, quizá es pronto para él. De ser incluido dentro del
Consejo sería una gran sorpresa.
Por último, José
María Lassalle, Secretario de Estado de Cultura, iría destinado a Cultura, (desligado previsiblemente
de Educación).
En el bloque de los menos conocidos, Carmen Sánchez-Cortés aspiraría a Justicia, Francisco Martínez
a Interior (si Cospedal obtiene otra cartera) o incluso Defensa. Como Ministro de Defensa, Arsenio
Fernández de Mesa, sería uno de los candidatos, pero estuvo salpicado por
los incidentes de Ceuta en 2014, y teniendo en cuenta que se trata de un
gobierno en minoría, sería una torpeza
incluirlo como Ministro, aunque entra dentro de las quinielas.
Finalmente, Rafael
Hernando, aunque es una verdadera incógnita, podría acabar en Industria, y Andrea Levy en Fomento. Andrea Levy es quien menos opciones tiene.
Todo son conjeturas que en unas horas veremos resueltas. Hay
muchas combinaciones pero con esta pieza pretendo esclarecer un poco el posible
escenario. Eso sí, una cosa hay que tener clara: Rajoy ya dio sorpresas en la
formación de su ejecutivo la legislatura pasada, y ésta no tendría por qué ser
menos. Aquí mi apuesta:
INTERIOR:
Dolores de Cospedal.
SANIDAD:
Javier Maroto.
EXTERIORES:
Javier Moragas.
ENERGÍA Y CAMBIO
CLIMATICO: Alberto Nadal.
INDUSTRIA:
Rafael Hernando.
EDUCACIÓN:
Íñigo Méndez de Vigo.
CULTURA:
José María Lassalle.
DEFENSA:
Francisco Martínez.
JUSTICIA:
Carmen Sánchez-Cortés.
HACIENDA:
Montoro.
ECONOMÍA:
De Guindos.
ADMINISTRACIONES
PÚBLICAS: Fátima Báñez.
EMPLEO:
Álvaro Nadal.
AGRICULTURA: Pedro Sanz.
FOMENTO:
Catalá.